miércoles, 27 de febrero de 2013

clase 3 y diario de campo Natalia Mejia




















cuento y poesía trabajada en clase

La historia de la planta

La raíz: Del mundo no veo nada
Porque vivo enterrada
Pero no me quedo triste, no
Sujeto la planta y la mantengo
Chupando el agua y el alimento

El tallo: Soy el cuerpo de la planta
Y me extiendo por los espacios
Con mis brazos, brazos y más brazos
Que pena que no te doy un abrazo

Las hojas: De la planta soy su pulmón
Pero además de respirar,
Tengo una importante función:
Cojo la energía del sol y la transformo en combustible
No podemos parar
Somos increíbles

Las flores: Soy la mamá, soy la continuación
Me perfumo y me adorno
Para crear en mi ser
El futuro de la vegetación

El fruto: Soy lo que se transformó la flor
Que se hinchó y se maduró
Con la fuerza del calor
Y guardo en mi con amor
Las semillas, la vida
Cuida la naturaleza
Es el futuro de nuestras vidas

Una planta en el estomago

Hermes era muy inquieto, un día estaba chupando los frijoles crudos, su mamá le dijo: “¡Hermes! Deja de chupar esos frijoles”, contestó Hermes: “¿Por qué? Ni que me fuera a morir”, le dijo su mamá de nuevo: “Porque cuando yo era niña mi abuelita me decía: Si te tragas los frijoles crudos, te crece una planta en el estómago”.


Hermes no le dio importancia a las palabras de su madre y siguió jugando, pensando que esas cosas eran puras fantasías, cuando sin querer se tragó un frijol. Era de noche y ya era hora de dormir, Hermes se fue a dormir e iba pensando en las palabras que le dijo su madre sobre lo de la planta en el estómago.

Entonces sucedió algo sorprendente, Hermes a media noche sintió un cosquilleo su oreja, se tocó y sintió que algo le salía de su oreja. ¡Era la punta de una planta! Hermes se levantó y se miró en el espejo ¡De ambas orejas también salían puntas de plantas, de la nariz, de la boca igualmente! Pasado el tiempo se sintió que se volvía una planta.

Hermes, asustado saltó por la ventana y se fue a esconder al bosque. Una hora más tarde, Hermes ya tenía tantas ramas que unos pajaritos fueron a pararse y comenzaron a hacer su nido sobre Hermes, el sólo sentía cosquillas, pero no pudo mover las ramas para espantarlos.

Entonces quiso gritar pero de su boca no salió ni un sonido, intentó correr pero no pudo porque sus pies se volvieron raíces que comenzaban a enterrarse. Hermes pensó que ya no iba a ser un niño común y corriente sino un árbol, ya no podría jugar, ni tener amigos mucho menos ir a la escuela: “¿Quién imagina un árbol dentro de un salón de clases?”
Hermes se puso a gemir pero entonces… ¡Despertó! Corrió hacia el cuarto de su mamá y le contó su pesadilla. “Ya, no pasa nada, sólo fue un sueño” le dijo su mamá.

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